jueves, 16 de junio de 2011

ACERCA DEL CINECLUB

Un destartalado y primitivo vehículo, un proyector transportado con sumo cuidado, un grupo de gente en espera ansiosa (silla en mano) de la caída de la noche, luego blanco, noche dominada por estrellas, movimiento, asombro, horas del encuentro.
El cine hace siempre hace honor a su vocación de movimiento, nacido ya bajo el cobijo de la modernidad, el cine, desde su nombre, delata un mundo que avanza, y que marca nuevos rumbos para las nuevas construcciones de dicho mundo. Así, no es casual que los hermanos Lumière hayan escogido la llegada del tren a la estación como la primera imagen de su prodigioso invento, tampoco es casual que el movimiento sea uno de los principales temas de directores como Méliès, Chaplin, Lang, entre muchos otros. El movimiento cinematográfico, desde su origen, ha sabido también saltar de la pantalla. El hacerse al camino para llevar películas a toda ciudad, pueblo o rincón olvidado es actividad fundamental. Lo más vital es: no sólo exhibir una película, sino que al hacerlo prevalezca una idea de comunidad. Las grandes salas incluso, ven su origen en esa simple vocación de comunidad y movimiento.
El cineclub nace con la misma vocación, pero también nace como una respuesta ante la adversidad: países ocupados, la censura, las limitantes geográficas fueron algunas de las constantes que permitieron la aparición de cineclubes a mediados del siglo XX. La actividad crítica estudiantil se encargaría de mantener estos espacios y convertirlos en algo fundamental que se extiende hasta nuestros días: ante un mundo que ha acelerado el ritmo, ante un cine que ha encontrado nuevos caminos de producción, distribución y divulgación de sus materiales, el cineclub se mantiene como una posibilidad de encuentro entre cinéfilos que buscan no sólo disfrutar una cinta, sino hacerlo con gente que comparte un gusto, un comentario, o que simplemente, ante la diferencia, abre nuevos caminos de reflexión.
El cineclub no busca competir con las grandes salas comerciales, sus razones se hallan registradas en la apertura de dichos caminos de reflexión, de generación de espacios críticos, de nuevos públicos y por supuesto de goce. Para decirlo de otro modo, en un mundo que se ha mostrado ya como diverso, es necesario reconocer la diversidad de espacios, de formas de divulgación y distribución para la cada vez más compleja diversidad humana. Diversidad que no debe estar marcada por el mero sello económico. Sólo la creación de espacios diversos permite la creación de una sociedad incluyente y crítica. Así pues, reconocer a los cineclubes por su labor cultural sin caer en censuras que atienden a intereses de sectores muy limitados, es labor imperante.
El mundo está en movimiento, el cine está en movimiento, realidad y ficción nos cuestionan constantemente y cada espacio de reflexión, por pequeño se parezca, es vital, no tal vez para hallar respuestas definitivas, mas sí para repensar las preguntas que, en aras de abrir nuevas formas de cultura, se nos plantean.

16 de junio,
 Octavio Ruiz

jueves, 9 de junio de 2011

Minuta 3 y avances del documento. Reunión 7 de junio de 2011

minuta 3 y avance del documento

miércoles, 8 de junio de 2011

Minuta 2. 11 de mayo de 2011

Minuta 2

Minuta 1 y documento inicial. 6 de abril de 2011

Minuta 1 y documento inicial. Reunión 6 de abril de 2011